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viernes, 24 de octubre de 2014


UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO
UNIVERSIDAD NACIONAL DE VILLA MARÍA 

Núcleo de Estudios e Investigaciones en Educación Superior
del Sector Educativo del MERCOSUR

Proyecto “Red de Integración Regional para el Español como Lengua Extranjera en el MERCOSUR”

Bases para la convocatoria de propuestas CURSOS de CAPACITACIÓN 2013-2014

UNIVERSIDAD FEDERAL DE CEARÁ
BRASIL
OCTUBRE DE 2014

Seminario Taller
Título: Estrategias didácticas para una lectura intercultural de textos en español
Subtítulo: Problemáticas lingüísticas, discursivas y culturales en el español de Argentina a través de su literatura, su folclore, su tango, su humor


Profesor Fabián Gabriel Mossello
Universidad Nacional de Villa María


 FOTOS DEL CURSO EN FORTALEZA, GRANDES ESTUDIANTES Y PERSONAS

E vamos continuar com literatura ...







lunes, 6 de octubre de 2014

Entrevista para Veintitrés sobre el policial

SE REALIZÓ “CÓRDOBA MATA”, ENCUENTRO DE LITERATURA POLICIAL

La Docta se puso negra

POR ANDREA ALBERTANO

01.10.2014
        
El encuentro comenzó en la Feria del Libro, donde se reunieron autores locales, nacionales y extranjeros. El raid de los escritores siguió en Mina Clavero, donde leyeron sus obras y celebraron con un asado de despedida en Cura Brochero.
Es la primera vez que en Córdoba se reúnen autores de novela negra y policial. Impulsado por el escritor Fernando López, referente del género en la provincia y en el país, el flamante “Córdoba mata” logró convocar a un gran número seguidores, además de otras presencias destacadas, como Mempo Giardinelli y Juan Sasturain.
Pero lo interesante fue la alta participación de autores locales y nacionales que vienen incursionando en las distintas ramas del mundo del policial, este particular género en el que se entrecruzan la ficción y el periodismo, la crónica histórica además de la parodia y el humor. Entre los autores presentes, estuvieron nada menos que Esteban Llamosas, Daniel Teobaldi, Lucio Yudicello, Dante Leguizamón, Álvaro Abós y, por supuesto, el promotor del encuentro.

Pero hubo más: una mesa integrada por la uruguaya Mercedes Rosende, Mercedes Giuffré y Alicia Plante, que abordó el caso especial del policial con “faldas” y el español Alexis Ravelo, quien habló sobre el policial español.

El encuentro continuó con un recorrido por las sierras. Fernando López tuvo que “insistir” (poco, dicen) con un chivito al asador al que se plegaron con entusiasmo. Un grupo de autores llegó hasta el Centro Cultural Comechingones donde se dio una variopinta mirada sobre el género. Algunos, como Raúl Argemí, hablaron de la literatura negra como una narrativa con “cojones como para pisárselos”.

Según Alexis Ravelo, reciente ganador del premio Dashiell Hammett con su obra La estrategia del pequinés, “los lectores argentinos, uruguayos o chilenos son grandes lectores; en España tenemos mucha gente que compra libros, pero no muchos lectores”.

Fernando López, organizador de este encuentro, agregó: “Yo creo que estos festivales impactan de manera muy positiva en los lectores porque tienen la posibilidad de encontrarse frente a frente con autores que les han llamado la atención. Córdoba necesitaba un evento así. El género negro está en expansión en el mundo, y si aceptamos que no es solamente una cuestión de marketing, hablamos de que es el género más leído en el mundo, y Córdoba debe ser parte de eso”.

En una charla con Veintitrés, López contó algunos aspectos de este encuentro.

–¿Qué te llevó a organizar “Córdoba mata”?

–La necesidad de inaugurar un foro de discusión y difusión de este género apasionante, de acercar los lectores a los autores y a ellos entre sí, de crear y sostener la necesidad de su lectura en los lectores cordobeses. Como dije en alguna nota, “Córdoba necesita tanto las cloacas como la novela negra”.

–¿Hay alguna característica que defina al policial escrito por cordobeses?

–Hay una gran variedad temática en la que aparecen detectives, la novela negra dura, el enigma y el suspenso; también encontramos rastros de ciencia ficción, pero me parece que el elemento característico y común es la aparición de la ciudad en todas estas novelas, con sus características culturales y edilicias (la música de cuartetos, la universidad, la villa), políticas (la corrupción, el narcotráfico, los abusos policiales y la anomia judicial) e históricos (donde aparecen la Reforma Universitaria, el Cordobazo, la fuerte presencia de la curia o la Revolución Fusiladora). Y también en esa parodia cuasi rural de Lucio Yudicello (escritor cordobés multipremiado) Judas no siempre se ahorca, que transcurre en un pueblo imaginario de Traslasierra.

–¿Está de moda la novela negra? ¿Por qué su auge actual?

–Creo, sin ser un experto, que este género es el más adecuado para introducirse hasta el hueso en la “realidad” de la sociedad contemporánea, corrupta, inficionada por el narcotráfico y en la que las fuerzas armadas policiales son prácticamente incontrolables para el poder político. Y no sólo de la sociedad consumista decadente de Occidente sino en la de todas: hay novela negra en África, por ejemplo, donde el capitalismo no se ha desarrollado como en Europa y América; la hubo en la sociedad socialista de los soviets, hay autores de origen árabe, la hay en la China actual, en fin, en todo el mundo la novela negra nos enseña a entender lo que se oculta detrás de una publicidad que nos vende un mundo ideal. A la vez, la novela negra nos deja la sensación de que, por las buenas o las malas, se restituye ese orden ideal que nos enseñan en la escuela y que en la realidad es imposible.

–Sos escritor y de novela negra, ¿cuáles fueron tus inicios en este género?

–La lectura de los clásicos y el cine negro norteamericano y francés me convirtieron en fan antes que mis cargos, de asesor letrado primero y juez penal después, que ejercí en la ciudad de San Francisco de esta provincia (la que aparece como San Tito en varios de mis textos). Ya mi primera novela, El mejor enemigo, era una novela política sobre las andanzas de la Triple A cordobesa en 1975, y la escribí a conciencia con la estructura de un policial.

–¿Y así nació tu personaje y protagonista Philip Lecop?

–Curiosamente, la idea surgió en el transcurso de una reunión en la que alguien habló de la existencia de una cooperativa de ex convictos, que habían decidido dejar de delinquir y hacer de sí personas honorables, recuperadas para la sociedad. Me pareció fascinante la idea de dar voz a los excluidos de siempre, a los portadores de rostro que la policía detiene en las calles sólo porque son oscuros y “mal vestidos”, y hacerlos hablar de sus problemas como los seres humanos que son. Elegí hacerlos hablar y reír a través de la parodia del género, y cuando los conocí personalmente, les pedí permiso para incluirlos como personajes de la saga. Aceptaron de inmediato. Fue un trato cordial, de palabra, entre ex convictos y un ex juez del fuero penal. Con ellos aprendí mucho sobre la condición humana. Aprendí, por ejemplo, que la pobreza no es para nada sinónimo de tristeza. La visión cultural del otro que tiene el burgués lo lleva a marginar a los diferentes (los gordos, los feos, los enfermos y los pobres) y revela el grado de enfermedad de las capas media y alta de nuestra sociedad consumista. 

El policial muestra a una sociedad

Fabián Gabriel Mossello es cordobés, profesor y licenciado en Letras Modernas por la UNC, especialista en Lectura, Escritura y Educación, por Flacso, y Magíster en Literaturas Latinoamericanas. Desde 2009 dirige el proyecto de investigación “El discurso del policial” y desde el 2014 el proyecto “Problemáticas en torno a la escritura académica y de ficción en la Universidad”, ambos por la Universidad Nacional de Villa María.

–¿Qué te llevó, como hombre de letras, a investigar sobre el discurso del policial?

–El interés por el género policial viene de muy lejos. El policial siempre ha estado presente en mi biblioteca. Las sociedades narran sus delitos, sus crímenes, sus grandes y pequeñas tragedias por medio del periodismo, por el boca a boca y las charlas de todos los días. Pero también por medio de su literatura policial, y esa fue una intuición y un punto de partida para mis trabajos; el género policial constituye otro modo que tiene la sociedad contemporánea para narrar, desde la ficción, lo que acontece en el espacio del delito. De alguna manera nos sentíamos identificados con lo alguna vez dijo Henning Mankell, que “el policial sirve para mostrar lo que está pasando en la sociedad”. De este modo, las lecturas personales y los distintos recorridos como docente e investigador fueron consolidando una agenda de intereses que se concretaron en distintos proyectos de investigación y publicaciones en torno al policial. Nuestro último libro, una compilación de artículos sobre el género que realizamos con la profesora Marcela Melana, llamado El discurso del policial. Reconfiguraciones del género en la sociedad contemporánea (2014), es parte de ese proceso.

–Remitiéndonos al ámbito provincial, ¿creés que hay alguna característica que defina al policial escrito por tus coterráneos?

–El policial, como espacio de escrituras literarias, es una de las matrices genéricas más conocidas y aceptadas por el actual público lector. Esto se debe a cierta repetición en los modos de contar, sus temas, su retórica y lenguaje. Es decir, es un género muy previsible. De todos modos, en Latinoamérica, y en la Argentina en particular y sobre todo en los últimos años, esta matriz se ha ido modificando, alterando y adaptando a su contexto de producción y las particularidades de las distintas regiones. Este es el caso de la literatura policial cordobesa. Espacio, si se quiere, en expansión y con características propias, dentro del marco general de la literatura policial nacional. Un primer aspecto y tal vez el más destacado es el uso de la parodia como recurso para introducir el humor (nuestro humor cordobés), la astucia del mirar, la “chispa” del contar. Los cordobeses somos grandes contadores. Fernando López y su saga de Philip Lecop; Lucio Yudicchello, quien ha escrito novelas notables en las que el lenguaje hace una parábola humorística, para contar sobre el crimen en clave de la lengua de la región de Traslasierra. Un segundo aspecto, no menos relevante que el anterior, es la utilización de la historia local para contar sobre ciertos aspectos, unos positivos y festivos, otros dolorosos como lo acaecido en la última dictadura. Me parece que es un segundo aspecto recurrente en nuestra narrativa cordobesa y que pone sobre la mesa aquella funcionalidad anunciada por Henning Mankell en relación al policial y su capacidad para decir. Autores reconocidos como María Teresa Andruetto, Jorge Felippa, Estela Smania, Esteban Llamosas y el mismo Fernando López (los listados son siempre odiosos) han incursionado en la historia local mediterránea. Córdoba tiene un potencial destacado en el espacio de las escrituras del crimen y en el futuro cercano esa presencia se irá consolidando.

–Los casos policiales que hoy abundan en los canales de noticias, ¿influyen a la hora de escribir?

–La crónica policial siempre ha sido el material de inspiración de buena parte de los escrituras del género. Desde Poe hasta la actualidad, lo que sucede en la calle del crimen, lo que se dice en la radio, los periódicos y la televisión sobre las múltiples maneras que asume el delito, todo ello influye a los escritores del género. Así, podemos decir que el policial es seguramente el más vinculado a la agenda periodística, sin que esto signifique que su lectura reemplace al periodismo informativo y de opinión. Muchos policiales hablan de la actualidad, es cierto, pero siguen siendo literatura, es decir, un tipo de práctica de ficción que enriquece nuestra percepción de lo real.
–¿Por qué resulta tan atractiva la novela negra?

–La novela negra desde su origen en aquel relato fundacional, Los asesinos de Ernest Hemingway, y desplegado con toda su retórica en la obra de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, es posiblemente el género con mayor permeabilidad y vigencia que ha existido durante todo el siglo pasado y lo que va del presente. Digo vigencia porque lo que sostiene al policial negro es su capacidad para contar sobre el crimen y el delito desde un lugar mucho más cercano a las lógicas de mundo en que vivimos. La novela negra habla del dinero, de la corrupción, de los crímenes cotidianos, pero también de los extraños y horrorosos y de las bambalinas de la mente asesina. Se mete en las fibras de nuestra epidermis y desde allí cuenta lo que nos conmueve como sujetos en sociedad. Porque el crimen nos devuelve la imagen de una sociedad que se ha vuelto momentáneamente extraña, y que sin embargo necesitamos entender. Por eso el policial negro, al desplazar la mente ascética del detective clásicos al modo de Sherlock Holmes, y proponer detectives rudos que se juegan con todo su cuerpo, nos pone frente a nosotros mismo, ante nuestros miedos de ser parte alguna vez del mundo de las víctimas.
01.10.2014
        

lunes, 22 de septiembre de 2014

Literatura e investigación

Literatura e investigación
Estudian las huellas del neopolicial en la sociedad contemporánea
Vie, 19/09/2014 - 08:52
Investigadores de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) realizaron un análisis del género policial desde sus orígenes hasta la actualidad Latinoamericana.

En un recorrido por autores y series policiales, el equipo investigación dirigido por el magíster Fabián Mossello abordó las huellas discursivas en las obras de Doyle, Kafka, Chesterton y Dürrenmatt, hasta llegar a los contemporáneos en Argentina como Ricardo Piglia y Claudia Piñeiro.

El trabajo, que fue editado por Eduvim en “El discurso del policial. Reconfiguraciones del género en la sociedad contemporánea”, recorre un abanico de nombres, estilos, obras y épocas que representa, además, lugares claves en la historia del policial desde el siglo XIX a la actualidad.

A través de una mirada interdisciplinaria, la investigación planteó un estudio de las prácticas policiales contemporáneas para problematizar, luego, cuestiones propias del género, en especial “las continuidades y rupturas con las formas dominantes dentro del campo literario en las variantes de enigma, negro, espionaje, suspenso, neopolicial, entre otras”. Además, el texto buscó visualizar cómo estas prácticas manifiestan la emergencia de nuevos conflictos sociales.

A partir de esos datos, la investigación se centró en rastrear los orígenes del policial en Argentina hasta la contemporaneidad y hallar las nuevas configuraciones de la matriz tratando de ligar los campos de experiencias: la teoría literaria y la reconfiguración de lo social desde lo policial.

“El trabajo abordó la aparición de ‘Triste, solitario y final’, de Osvaldo Soriano, y sus proyecciones en el espacio de la novelística policial argentina de las últimas décadas, particularmente después de la crisis del 2001, años en los que se visualiza una ‘eclosión de escrituras’ adscriptas al llamado neopolicial que reúnen características enunciativas novedosas, tanto en la reasignación de roles y lugares para las piezas claves del género, como por su capacidad para la lectura del mapa societario argentino contemporáneo y su creciente complejidad”, explicó Mossello.

En tal sentido, el proyecto se basó en las reflexiones del escritor chileno Ramón Díaz Eterovic para asegurar que “el relato neopolicial está en consonancia con la emergencia de dicho formato discursivo en el contexto de la literatura hispanoamericana a partir de las novelas de Osvaldo Soriano”.

El policial latinoamericano
La hipótesis de trabajo se sostuvo en que “el policial podía leer no sólo problemas literarios estéticos, sino nuevas subjetividades, nuevas identidades, nuevas formas del crimen, y nuevas formas de resolverlo”, ya que es un género que nunca estuvo desconectado de lo real.

“Algunos autores señalan que desde ‘Triste, solitario y final’ hay una relectura del policial de algunas instituciones del Estado, el crimen organizado y cierta formas de connivencia. Además, los artículos que hablan sobre realidad social y el policial sirven para analizar una buena cantidad de policiales que trabajan con temas de la agenda delictiva y hacen hipótesis ficcionales relacionadas a la trata de personas, a relecturas de los desaparecidos, hijos, nietos y los Derechos Humanos”, agregó Mossello.

La búsqueda de modelos vernáculos de narrativa detectivesca más verosímiles con la realidad compleja de la cultura latinoamericana, llevó a muchos autores a desarrollar escritos ajustados a la particular manera de entender el delito, buscar la verdad y suturar, de algún modo, la brecha social abierta por el crimen. Según el director de la investigación: “los escritores de la novela detectivesca latinoamericana necesitaban readaptar la matriz genérica a nuestras maneras de narrar sobre el crimen. En los años ’80 se mete de lleno con la criminalidad, reconfigura los clásicos e incorpora matices propios como la presencia de detectives amateurs o policías con cierto grado de fracaso que asumen el papel investigativo en un contexto donde todo está teñido de sospechas”.

Al ser consultado sobre la expansión del género en la actualidad, Mossello indicó que por lo general está vigente, porque se metamorfosea y tiene un sentido de transposición hacia otros lenguajes como la televisión, el cine y el teatro.

Cabe destacar que del trabajo participó como codirectora Marcela Melana, y como investigadoras Miriam Divito, Gabriela Sarasa y Verónica Peretti. También incluyó un artículo bilingüe de Stephen Blair.

domingo, 31 de agosto de 2014

Precio: 
$80.00
Páginas: 
138
ISBN: 
9789876990851

Sinopsis

El discurso del policial. Reconfiguraciones del género en la sociedad contemporánea presenta un análisis sobre autores y obras policiales, casi desde los orígenes del género −Doyle− pasando por clásicos europeos de etapas posteriores −Kafka, Chesterton, Dürrenmatt− hasta llegar a algunos destacados escritores actuales en Latinoamérica −Piglia, Piñeiro, Krimer. Es decir, un abanico de nombres, estilos, obras y épocas que representa, además, lugares claves en la historia del policial del siglo XIX, XX y el actual. A través de una mirada interdisciplinaria y recurriendo a distintas metodologías −estudios culturales, de género, semióticos, estilísticos, comparativos e históricos− se plantea el análisis de un corpus de prácticas policiales contemporáneas para problematizar, por un lado, cuestiones propias del género, en especial las continuidades y rupturas con las formas dominantes dentro del campo literario en las variantes de enigma, negro, espionaje, suspenso, neopolicial, entre otras. Y por otro, visualizar cómo estas prácticas manifiestan la emergencia de nuevos conflictos sociales.

martes, 29 de abril de 2014

El Trabajo Final de Grado como puesta/ apuesta del Lenguaje

El trabajo final como puesta/ apuesta del lenguaje


Todavía hoy dudamos de que el hombre fabrique
 para hablar enunciados o discursos, si articula la
palabra o la lengua, si emite lenguas o bables; lo único
que sabemos es que el hombre realiza una
actividad que la historia llama lenguaje y que se organiza
por la actividad parlante del sujeto en su registro de lengua y
en su faz de inscripción, escritura” Nicolas Rosa, Manual de uso.



En este breve trabajo voy a desarrollar algunas ideas que tienen que ver con mi propia experiencia como tesista en algún momento de mi carrera (de esos hace muchos años) y de mis experiencias acumuladas como director de tesinas, y responsable del espacio dedicado a la Investigación Literaria de la Licenciatura en Lengua y Literatura de nuestra universidad.

Me interesaría pensar esto en relación al trabajo final en carreras que trabajan con la lengua y desde la lengua. No puedo reflexionar en profundidad sobre un TFG en otras áreas, pues las desconozco –música, cine, educación física, entre otras-, tienen sus especificidades y no estoy capacitado para opinar sobre ellas con el detalle que se exige. De todos modos, muchas observaciones que haré se pueden pensar para esos otros trabajos, en tanto involucran a la lengua en algún momento del proceso.

Me resulta interesante, en estos casos, elaborar una especie de secuencia de aspectos sobre lo que creo que es o debería ser un TFG. No supone, de todos modos, una serie de consejos o pasos a seguir, sino unas reflexiones que pueden orientar otras y producir, en algunos cosos, acciones.

El trabajo final de grado se presenta, y su nombre así lo indica, como el cierre de un proceso de aprendizaje. Final se parece a concluyente, cierre, última etapa. De algún modo esto le da al trabajo un sentido de clausura de una etapa, y el paso hacia otra. Entonces se trataría de un tipo de práctica de tipo terminativa y con límites muy bien definidos.
En este sentido, el TFG deberá asumir una forma que implica una reflexión sobre algunos puntos destacados de la educación formal que concluye. Es de esperar que lo que resulte sea un ejercicio acotado sobre alguna problemática a la que el tesista considere oportuno dedicarle un espacio de exploración y análisis.

Así, el TFG, deberá ser un tipo de trabajo entendido como una forma particular de investigación. Es decir, sería la primera investigación que realiza el estudiante de manera formal. Pero no debería ser una investigación propiamente dicha, en el sentido de una indagación original, sobre un sector de saberes inexplorados, como resulta en los trabajos de postgrado. El TFG es una investigación en primer orden entendida como un trabajo con orientación extrapolativa, eso quiere decir, un trabajo de aplicación de técnicas, metodologías, conocimientos ya adquiridos sobre uno o varios objetos que durante la carrera se han abordado o mencionado y a los que el tesista quisiera dedicar un tiempo mayor de reflexión.

De este modo, el TFG se integra con toda una constelación de disciplinas, temas, orientaciones epistemologías, y metodologías. El tesista puede hacer uso de todo el repertorio de recursos que le ha dado la cursada y podrá usarlos para realizar una propuesta viable. En este punto es recomendable decir dos palabras sobre el director.

El director del TFG es alguien que deberá realizar un trabajo especial. A diferencia, muchas veces de la dirección en el postgrado, que supone un tesista formado o con más elementos para la investigación, el tesista de un TFG es alguien que necesita mucha ayuda. No deberá ser sólo su director alguien que dé directrices de trabajo y corrija, sino quién ‘trabaje al lado’ en muchas dimensiones y problemáticas. Todo lo que el alumno ha trabajado en el grado es potencialmente viable para realizar un TFG. El director es quien debe ayudar a hacer un recorte que permita la concreción de un trabajo discreto, que aporte al estudiante una experiencia enriquecedora. El TFG debe ser un encuentro con el conocimiento, no un hecho traumático.

Dicho esto, es importante, dada en muchos casos la complejidad de los trabajos, que haya director, codirector y colaboradores especialistas; y que el tribunal esté conformado por docentes de la casa de estudios con un compromiso para una actividad de alto valor profesional y ético. El tribunal debería ser el mismo que evalúa el anteproyecto. No es conveniente que se cambie el grupo de docentes que evalúa el proyecto y toma el examen de defensa de la tesis. Distintos tribunales supone distintos criterios, y así se puede complicar la evaluación final. Además, los tiempos de escritura y entrega de la tesis deben ser respetados al máximo, por lo que debe haber un acuerdo fuerte entre tribunal, director y tesista en relación a plazos, tiempo de devoluciones, defensa.
Pero volvamos al título, el TFG como puesta/apuesta del lenguaje ¿qué significa esto? El epígrafe se Nicolás Rosa orienta la respuesta.
El TFG es una de los tantos géneros académicos que circulan en el ámbito universitario. En este sentido supone un determinado uso de la lengua para configurar una práctica, la de la escritura, que implica, además, un posicionamiento respecto al pensamiento y el conocimiento. Considerar la lengua articulada (un idioma específico -el español- modelado por su contexto lingüístico de usos, por ej. el académico en la universidad argentina), merece una brevísima aclaración.
Si el TFG es un trabajo de escritura académica, esto no implica desjerarquizar los demás lenguajes -musical, plástico, visual-, para reponer, porque si, la supremacía de lo lingüístico sobre otros sistemas semiológicos (Benveniste) como se debatió en los orígenes de la disciplina semiótica-semiológica. Se trata de ubicar cada especificidad en su cierto lugar. Existe una lengua plástica, musical, visual, entre otras, pero creo que en torno al TFG la lengua (lingüística) sigue siendo el soporte privilegiado de los estudios superiores y lugar en el que se inscribe el pensamiento. Escribimos para generar ideas, para ordenarlas, para jerarquizarlas y para producir esa práctica densa que es la escritura. La escritura “reestructura la conciencia” como dijo Walter Ong. Luego vendrán los diálogos con otros lenguajes y de ahí surgen TFG en áreas artísticas como la música o el cine. Pero en la base académica está la lengua modelando el pensamiento. Esto habilita una serie de problemáticas que motivan el título que he propuesto para este trabajo
Si el TGF es una apuesta/propuesta de la lengua, supone considerar su escritura un trabajo; escribir es un trabajo (Roland Barthes), y no una mera puesta de un código sobre el papel. En este sentido, el lenguaje articulado (la lengua de primer orden como la llamó Jurit Lotman) no se domina de una sola vez y para siempre. Requiere experiencia, ejercicio, pruebas, correcciones y borradores. No escribimos originales, escribimos siempre borradores y el mejor de ellos es la versión que decidimos final:

Una TFG es la versión de un borrador que consideramos circunstancialmente definitivo.

Así, el TFG, sea en el área que fuere, supone la convivencia de dos matrices discursivas: la expositiva (que organiza la información) y la argumentativa (que desarrolla y justifica ideas).
Como trabajo científico, el TFG significa un despliegue de ideas. Esto supone tener en cuenta, en primer término, para quien escribe, de la planificación textual. El TFG encierra un proceso cognitivo complejo, que parte de la lengua, como sistema estructurante y se despliega en otros lenguajes (según la especificidad de cada tesina). Aquí se abren múltiples aspectos, como los planteados por Hayes y Flower al momento de pensar el proceso cognitivo. La tesina incluye un trabajo sobre lo temático, lo retórico, y lo enunciativo; una delimitación de los alcances del lenguaje en uso, un acuerdo con quien es mi lector (casi siempre se escribe para el tribunal o un colectivo académico). Luego estará la puesta en discurso y los monitoreos del trabajo a medida que se avanza. La idea de un proceso, supone una puesta y apuesta del lenguaje que incluye necesariamente el trabajo con versiones y borradores. En este sentido quien dirija TFG debe tener en cuenta la teoría y la práctica de la escritura, sus autores básicos, los modos en que la lengua se hace texto, las posibilidades de escribir una misma idea.
Estos aspectos hacen del TFG un ejercicio importante de pensamiento, un verdadero cierre de ciclo, pero INICIO de otro, de otros. Como dice Umberto Eco en Como se hace una tesis, la manera en que se trabaja en una investigación, sea cual fuere el tema o grado, marcará todos los trabajos futuros. El TFG preludia un modo de ver la investigación, un modo de ver la planificación textual y de concretar proyectos académicos. De algún modo, el estudiante, futuro profesional, con su TFG inicia un camino. El TFG entonces no es cierre sino punto de inflexión. Para que sea así la Universidad debe estar preparada.
El TFG será, entonces, un producto material sujeto a los estándares de la Educación Superior. En este sentido cierra un período de formación y prepara para otros. Por ello también es aprendizaje, no sólo al elaborar una tesina, y sujetarse al cotejo del director, sino a la mirada evaluativa de un tribunal. Creo que la defensa es otra parte importante de ese proceso de formación de un profesional.

Ideas para la reglamentación del TFG en la Universidad

La concreción de una reglamentación para el TFG debería contemplar algunas de las problemáticas que he resumido en mis planteos y que resalto en cursivas:

En primer lugar es necesario llegar a un consenso sobre la naturaleza del trabajo: ¿investigación sobre un campo inexplorado?, ¿puesta a punto de algunos aspectos de la formación de grado? Defiendo la puesta a punto de conocimientos, técnicas, y metodologías trabajadas y aprehendidas en la carrera de grado como esencia del TFG.

En segundo lugar, es importante tener acuerdo sobre el formato del anteproyecto y tesis, su extensión, deberá pensarse en un manual de estilo. Esto delimitaría mucho el alcance y exigencias del TFG y ayudaría al director y tesista a concretar la práctica sin inconvenientes y poder rectificar errores.

En tercer lugar, la función del director es clave. Una buena normativa de los puntos 1 y 2 ayudará al director a saber qué hacer, qué debe esperarse de un TFG. La función que yo defiendo es, no sólo la del evaluador de productos, sino la de conductor de proceso. El estudiante sigue aprendiendo cuando realiza el TFG.

En cuarto lugar se impone la naturaleza del TFG. Su fundamento escriturario, desde el anteproyecto hasta la escritura y concreción del trabajo. La escritura es tecnología (Ong, Walter) que organiza el TFG. Para ello se hace indispensable normativizar su uso, su despliegue en el texto. Creo que un taller común a todos los tesistas y luego clínicas por carrera serían espacios muy útiles para socializar proyectos y avances de TFG y ayudar en el proceso de trabajo y escritura. El conocimiento de los procesos cognitivos inherentes a la escritura, la lectura de materiales comunes sobre la escritura como proceso, permitirá construir una plataforma básica de conceptos y prácticas, tanto para los tesistas, como para los profesores potenciales directores.   

El TFG puede ser un momento traumático para el tesista, pero seguramente de profundos aprendizajes. Depende en gran medida de una estructura académica bien organizada, capaz de cubrir un espectro de problemáticas, de que el estudiante llegue a un buen puerto con su proyecto. En este sentido hablar un lenguaje común, poseer una normativa que sirva para todos los espacios académicos, es indispensable.

BIBLIOGRAFÍA

Barthes Roland . Los susurros del lenguaje. Barthes 1984.
-------------------  El mundo de Roland Barthes. (1981)
Cassany y otros. Recursos Didácticos para la enseñanza de la Lengua. Ed. Grao.
-----------------    Describir el escribir. Ed.Paidós. Barcelona. 1988.
-------------------La cocina de la escritura. Editorial Anagrama. 1993.
Cortes, Marina y Bollini Rosana. Leer para escribir. Bs. As. El hacedor. 1994.
Greimas A.J.  y J. Courtes. Semiotique, dictionarire raisone de la theorie du langage. Paris: Seuil.(1979).
Liliana Lotito, María Rosario de Troisi. Escritores en Taller. Ed. El Ateneo.  1994.
Lorenzini y Ferman. Estrategias discursivas. Practicas de la comprensión y producción de textos en castellano. Club de Estudio. 1994.
María Isabel De Gregorio- María Cristina Rébola. Coherencia y cohesión en el texto. Editorial Plus
México. 1992.
Muth, Denise. ( comp.) El texto expositivo. Estrategias para su comprensión. Aique. Bs. As. 1996.
Sánchez Miguel, Emilio. Los textos expositivos.  Estrategias para mejorar su comprensión.
Santillana. Bs, As. 1995.
Maritano Alma.Taller de escritura. Colihue. 1994
Sarlo Beatriz (compiladora) El mundo de Roland Barthes. (1981)
Van Dijk, Teun. La ciencia del texto. Paidós. Barcelona. 1989.
--------------------Texto y contexto. Editorial Rei. Mexico. 1993.
Verón, E. Cursos y conferencias. Segunda época.  (1986)
Viramonte de Avalos, Magdalena. La nueva lingüística en la enseñanza media. Cba. Escuela de Lengua. UNC. 1994
Walter J. Ong: Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Fondo de cultura económica. México. 1994.

            



   Mgter Fabián G. Mossello    

 Trabajo presentado en el Ateneo de postgrado La problemática del Trabajo Final de Grado. Instituto Académico pedagógico de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Villa María, 25 de abril de 2014


Artículo con derecho de autor, publicación en  formato libro.




jueves, 24 de abril de 2014

Lectura y Escritura de Literatura para Adultos Mayores. Una experiencia universitaria

Taller Literario 
                                                                                                       
Reflexiones para un buen taller de escritura literaria en contexto de adultos mayores                                                                                                                                  




Fabián Gabriel Mossello 




Reflexiones para un buen taller de escritura literaria en contexto de adultos mayores 


Escribir es un arte. También un trabajo.
Trabajar la escritura literaria con adultos mayores es un desafío sobre el que poco se ha hablado. Las causas de tal ausencia de discusión se deben, quizás, a que las prácticas de escritura tienden a naturalizarse. Es decir, escribir se constituye en un hacer que se desarrolla a partir de ciertas habilidades aprendidas o heredadas. Pero poco se dice de la escritura como proceso que se lleva a cabo en un espacio, no sólo físico, sino, además, simbólico y afectivo. Me referiré en esta oportunidad a diez aspectos que a mi entender hacen a la construcción de este espacio del taller de escritura literaria para adultos mayores.
Innumerables fueron las tardes acumuladas en ya casi una década de trabajo en el Taller de Escritura Literaria del Programa de Extensión Universitaria para Adultos Mayores, PEUAM de la UNVM. Este ‘limo’ germinal de experiencias me permite plantear un conjunto de interrogantes que articulan la constitución de estos talleres, en tanto: ¿qué es o debería ser un taller para este grupo solitario?; ¿qué es conveniente enseñar?, ¿qué actitud debemos tener ante un alumno tan singular que vienen con distintas expectativas, ‘saberes’ de escritura y la literatura?
Pensé, para responder alguno de estos interrogantes y dar cuenta de esa singularidad que es el taller de escritura literaria, en un listado básico para un hipotético coordinador. Sugerencias que constituyen un espacio abierto, que me interesaría que otros coordinadores corrijan, complejizen, modulen según el contexto crítico de su práctica. 

1. Un taller de escritura para adultos mayores (en adelante TEAM) no es sólo un taller en el que los alumnos, por alguna razón, son adultos mayores. Es un espacio singular, dinámico que plantea desafíos permanentes al coordinador. Los adultos mayores son muy receptivos y el coordinador debe saber que cada clase es distinta, por lo que debe sierre tener mas de una consigna en su agenda. 

2. Un TEAM debe, en algún momento, abrir el juego a los contactos intergeneracionales. Resulta dinamizador la presencia de talleristas de otras generacionales –jóvenes, de mediana edad-. La presencia de variedad etarias representa un marco de referencia para experiencias compartidas. En términos generales una consigna no es resuelta del mismo modo por un alumno de 20 años que por uno de 60, y esto enriquece el espacio. 

3. En un TEAM se pueden desarrollar todos los temas. De todos modos, la experiencia indica que los tópicos de la identidad, la historia, los problemas sociales, dinamizan mucho más la resolución de la escritura que el policial, o la ciencia ficción. Las consignas que alientan el recuerdo funcionan mucho mejor que las experimentaciones vanguardistas. El adulto mayor prefiere resolver propuestas más cercanas a su mundo experiencial.  

4. Nunca subestimes la capacidad de los talleristas adultos mayores. No hay que gritar al oído para que te escuchen. Ya han analizado tus conductas y saben lo que vas a decir desde el momento en que cruzamos la puerta del aula. El adulto mayor trabaja tanto o más que un tallerista de otra edad; no subestimemos capacidades; por lo general la proactividad del adulto mayor supone cumplimiento de tareas, escrituras domiciliarias, interés por la compra de material. Debemos partir de la base de que el adulto mayor quiere hacer siempre más. 

5. Un TEAM es ante todo un espacio afectivo. Por lo tanto lo que digamos, lo que insinuemos, lo que provoquemos con nuestras observaciones van a producir efectos en el conjunto de los talleristas de un modo más intenso, quizás, que en un taller de jóvenes. Debemos cuidar  nuestras observaciones y ajustarlas al entorno críticos en el que estamos trabajando. Si no hay afectividad no hay placer; si no hay placer no hay ganas de trabajar, hay disforia y no hay escritura. 

6. Un TEAM no suplanta al psicólogo; el coordinador no es el terapeuta de turno; es un dinamizador, un motivador, uno que lee con los adultos mayores. Esto es clave, pues la escritura es una práctica que ayuda a la emergencia de otras experiencias, vivencias, y asuntos, muchas veces no resueltos por el tallerista. Y entonces aparece en la escritura, busca respuestas. Y el taller no es el espacio de la solución.

7. En un TEAM se trabaja, luego se trabaja y por ultimo se trabaja. No dilatemos las discusiones estériles, no nos desviemos del objetivo, que como flecha se dispara en el momento que se da la consigna.  

8. Cuidémonos de las polémicas estériles. La política y la religión son temas urticantes. Los adultos provienen de distintos sectores societarios, han acumulado experiencias diversas y han vivido la historia. Los temas polémicos muchas veces agitan fantasmas innecesarios para el trabajo en el TEAM. 

9. ¿Qué  hago fuera de las clases? Es importante articular los trabajos de aula con lo extra-áulico. Como dijimos el adulto mayor es pro-activo, le gusta el trabajo, sabe planificarse y tiene ganas de hacer. Aprovechemos estos datos para instalar la cultura del trabajo de lectura y la escritura en todos los momentos de la vida. 

10. Me guardo la última sugerencia para enunciar la regla de oro de todo TEAM (aplicable a todo otro taller): no estamos formando escritores; no estamos profesionalizando a nadie. Un TEAM es un espacio motivador, reinstalador del placer de la lectura y la escritura literaria. Nada más. Que de todo esto surja un escritor, alguien que quiere hacer de esto un trabajo más formal, que así sea, y de hecho ha sucedido. 

No sé  cuál será la relevancia de estas miradas. En ellas se suma la vida que he llevado dentro de los TEAM, lo que pude hacer, lo que busqué  y no logré. Así, el listado es proyectivo y considera el espacio de la escritura como lugar vital en el que cada adulto se encuentra  con la palabra, su palabra.

  


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