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martes, 23 de noviembre de 2021

 


Crisis del Sistema Capitalista en la novela negra hispana 


Índice 

Dedicatoria .......................................................................................7 
Introducción .....................................................................................9
Crisis Alimentaria...........................................................................27 
Empresas transnacionales y el orden agroalimentario global en Crímenes de hambre de Miguel Pajares .............................................29 
Crisis Ambiental.............................................................................45 
La industria minera chilena: Poder corporativo, saqueo y contaminación en La música de la soledad de Ramón Díaz Eterovic................................47 
Crisis ambiental en el contexto del capitalismo: Expropiación natural y urbanización en Verde Oscuro de Alicia Plante...............................61 
Urbanización, capitalismo y destrucción de reservas naturales..............................................................................62
Crimen, ecosistema y capitalismo ..................................64
La enunciación ecológica como denuncia.......................70
Un párrafo final .............................................................72
Crisis Laboral ................................................................................75
Sangre Fashion de María Inés Krimer: Crisis migratoria y la superexplotación del trabajo ............................................................77
Violencia sindical y capitalismo en Cupo de María Inés Krimer .......95 
Crisis Migratoria...........................................................................107
Capitalismo y migración: Violación de los derechos humanos de inmigrantes y refugiados africanos en Aguas de venganza de Miguel Pajares...........................................................................................109 
Crisis de Subsistencia....................................................................123
Subversión del sistema y subsistencia desde una estética picaresca, erótica y grotesca en Instrucciones para robar supermercados de Haidu Kowski...........................................................................125
Crisis Energética...........................................................................141
Crisis ecológica y fin del capitalismo en Cenital de Emilio Bueso...143
Crisis energética, cambio climático y colapso ecológico ..144 
Ecoaldea, la utopía del último-nuevo hombre...............145
Capitalismo-pos capitalismo........................................146
Crisis Política ...............................................................................155
El enfrentamiento del poder económico y el cambio político en Los crímenes de la secta de José Antonio Nieto Solís........................157 
Crisis Cultural ..............................................................................167
Crisis cultural y financiera En la orilla de Rafael Chirbes...............169 
Conclusión........................................................................176
Bibliografía ...................................................................................177


Introducción

 

Es indudable que el mundo entero está experimentando una crisis aguda del sistema capitalista. Este malestar es complejo y se evidencia en diferentes esferas importantes que afectan a la población, tales como la alimentaria, la política, la laboral, la energética, la cultural, la ambiental, la migratoria y la de subsistencia. En “Crisis del sistema capitalista mundial: paradojas y respuestas”, Humberto Márquez Covarrubias puntualiza que “visto en perspectiva, la actual crisis es sistémica, estructural y civilizatoria” (7, 8). Es decir que aqueja al sistema capitalista en su totalidad. La enfermedad se manifiesta en numerosas capas y en diferentes categorías. A su vez, esta pesadumbre pone en peligro la relación entre humanos y naturaleza.

Al analizar esta preocupación por el deterioro del capitalismo desde un punto de vista filosófico, en The Cancer Stage of Capitalism: From Crisis to Cure, John McMurtry explica que el sistema capitalista ha dejado de lado el componente más importante: “life-capital”, el cual posibilita las secuencias de vida de los individuos y de la sociedad a través del tiempo. Lo que se valora es el capital destructor de vidas, el cual genera una secuencia de dinero no regulada (78). Para McMurtry, el “capital vida” es la base de la que depende la vida de las personas y las sociedades en todo momento, pero cada vez está más invadido en cada uno de los ámbitos básicos—el aire, la luz solar, la comida, el agua, el futuro de los niños y niñas, y los sistemas sociales y naturales para el sustento de la vida (194). Consecuentemente, los bienes que propugnan la vida son los medios para satisfacer las necesidades de subsistencia, los cuales extienden las dimensiones de vida. Las únicas verdaderas necesidades económicas son: alimentación nutritiva, agua limpia, vivienda adecuada, interacción afectiva, variedad y espacio del entorno ambiental, atención médica en caso de enfermedad y condiciones accesibles de aprendizaje (197). En la práctica, el capitalismo global ignora y excluye el “capital vida”. Su único objetivo, en todos los casos y en todos los niveles, consiste en un sistema de maximización de la demanda de dinero auto-multiplicadora sin función vital y liberado de reguladores y barreras, con la intención de desagregar, agotar e invadir los sistemas de vida en todos los planos de cualquier manera que haga crecer, a toda costa, las secuencias de dinero privado (37). En contraposición, McMurtry afirma que lo que se requiere son mecanismos de sistemas coherentes con la vida en todos los dominios que proporciona el paradigma del “capital vita”, los cuales producen un sistema complejo de macro leyes de correlación. Para McMurtry, cuanto más se reproducen y extienden de manera compatible las amplitudes y profundidades de la vida, cuanto más se acumulan las bases del “capital vida”, mejor es la economía real y la condición objetiva de la sociedad, ya que los individuos son más capaces de expresar y disfrutar su vida (312).

Otra forma de definir esta situación la presenta Sayak Valencia, quien afirma que estamos viviendo en medio de un “capitalismo gore”, el cual se define como la ruptura de valores y prácticas que ocurren visiblemente en territorios fronterizos del “Tercer Mundo” con regiones del “Primer Mundo” (20) y que se extiende a todos los países en vías de desarrollo. Este capitalismo crudo produce diferentes formas de violencia que se emplean para lograr una legitimidad económica (22) y según lo afirma Valencia,

 

 la crudeza de esta violencia obedece a una lógica nacida de estructuras y procesos planificados en el seno mismo del neoliberalismo, la globalización y la política. Hablamos de prácticas transgresoras únicamente porque su contundencia deja patente la vulnerabilidad del cuerpo humano, en cómo se lo mutila y se lo profana.[1] (22)

 

Tal es el caso de las masacres que existen en las fronteras de México y Estados Unidos debido a los procesos inmigratorios y los obstáculos que el migrante tiene que afrontar. Lo mismo se puede decir en el linde de África con España, donde no se valora la vida del migrante y se cometen crímenes en contra de estos individuos. A esta violencia se le debe sumar la de las corporaciones transnacionales, las cuales han contribuido a la debilitación del Estado y han dejado a sus ciudadanos vulnerables y a merced de estas fuerzas destructivas. Para Valencia, el empresario contemporáneo se ha convertido en un agente financiero del capitalismo gore y transformado en una figura monstruosa, un especialista de la violencia, que carcome la esfera política-económica y controla al individuo común (64). El capitalismo crudo produce un nuevo feudalismo, ya que “la concentración de la riqueza en las oligarquías del capitalismo financiero es ahora infinitamente más poderosa que todas las demás fuerzas del planeta” (Estévez y Taibo 112).

Lo que es más, la aguda crisis económica se extiende al ámbito cultural y personal del individuo porque fomenta desconsuelo moral, vergüenza de ser diferente, falta de autoestima individual y una marcada insatisfacción (Lipovetsky 191). La cultura del sistema capitalista vigente crea una demanda de consumo internacional que fomenta “actividades criminales transnacionales” (Curbet 63), por lo cual se incrementa la demanda del tráfico de drogas, órganos y prostitución, acompañado de una violencia que va desde la intimidación a un ímpetu sangriento que llega hasta el asesinato por contrato (Valencia 87). Estos macabros negocios económicos ilegales se convierten en una sub-economía alternativa, poniendo en peligro la vida del ciudadano, quien vive en una cultura que gira en torno al crimen, la pobreza material y el descontento emocional. Sobre esto, Gilles Lipovetsky explica que, en sociedades de consumo, la pobreza material se vive como falta de autonomía y falta de acceso a los propios proyectos, como obsesión por la supervivencia, como sentimiento de fracaso y colapso social (190), ya que no se puede acceder al consumo y la acumulación que exige una sociedad hiperconsumista (181).

 La consolidación de las empresas transnacionales que fomenta el capitalismo crudo promueve la desregularización del mercado neoliberal y se convierten en órganos de explotación que esclavizan al trabajador y relegan el poder del Estado. Para estas corporaciones prevalece la acumulación de poder, donde la victoria económica es más importante que el bienestar colectivo y una distribución más equitativa de las riquezas. Para Slavoj Zizek existe una “violencia sistémica” producto de los adversos efectos que emanan del funcionamiento de los procedimientos económicos y políticos (1), donde este salvajismo se vuelve difícil de atribuírselo a una persona concreta porque se encuentra camuflada dentro del sistema capitalista (12, 13). A esto hay que sumarle la “filantropía” de multimillonarios “capitalistas humanitarios” que disfrazan sus buenas intenciones para ayudar a la comunidad, pero que en realidad invisibilizan la violencia sistémica, que sustenta su éxito económico, y dificultan su identificación (14, 15).

Este malestar como producto del capitalismo crudo se evidencia en la literatura, específicamente en la novela de crímenes. Existe una constante relación del género negro con el capitalismo y una evolutiva capacidad de crítica hacia el sistema. En Crítica y Ficción, Ricardo Piglia presenta al género negro como

 

un modo de narrar en la serie negra que está ligado a un manejo de la realidad que yo llamaría materialista. Basta pensar en el lugar que tiene el dinero en esos relatos. Quiero decir, basta pensar en la compleja relación que establecen entre el dinero y la ley: en primer lugar, el que representa la ley sólo está motivado por el interés, el detective es un profesional, alguien que hace su trabajo […] (mientras que en la novela de intriga el detective es generalmente un aficionado que se ofrece “desinteresadamente” a descifrar el enigma); en segundo lugar, el crimen, el delito, está siempre sostenido por el dinero: asesinatos, robos, estafas, extorsiones, secuestros, la cadena es siempre económica […] En última instancia […], el único enigma que proponen las novelas de la serie negra es el de las relaciones capitalistas: el dinero que legisla la moral y sostiene la ley es la única “razón” de esos relatos donde todo se paga. En este sentido, yo diría que son novelas capitalistas en el sentido más literal de la palabra: deben ser leídas, pienso, ante todo como síntomas. (62)

 

Es decir que para Piglia, la preocupación de la vertiente negra se centra en el papel que el dinero tiene en la sociedad y en la estrecha relación que existe entre esta literatura y la economía desde el surgimiento del género policial. Ya desde su inicio, la novela detectivesca tradicional sustenta el interés de la burguesía de vigilar, doblegar y modificar toda posible amenaza proveniente del proletariado (Mattalía 23), lo cual demuestra que esta literatura, desde sus comienzos, tiene una relación con el capitalismo y pretende aleccionar a aquellos que se atreven a romper las reglas impuestas para el beneficio económico con la intención de mantener la riqueza de un grupo privilegiado. Así, estos textos se enfocan en descubrir al asesino, sacar a relucir el modus operandi del crimen, enfatizando su castigo para ejemplificar que no hay forma de amenazar al sistema socioeconómico preestablecido, “justice is always done. Crime never pays. Bourgeois legality, bourgeois values, bourgeois society, always triumphs in the end” (Mandell 48). El acaudalado constantemente triunfa y mayormente la propiedad privada, la ley y el orden obligatoriamente tienen que ser resguardados para cerciorar la hegemonía de la burguesía (Cadáveres, Di Paolo 68).

Lo que es más, el crecimiento de las comodidades de producción capitalista origina una transformación en la postura que exteriorizan las personas de las sociedades modernas en cuanto a la muerte. Por un lado, en las sociedades primitivas, la muerte es asentida como un paso natural con el que concluye la vida terrenal, y se despliega una obediencia hacia los mayores y la sabiduría ancestral. Por otro lado, en las sociedades fundadas en la fabricación y comercialización de bienes, la competencia entre la personas aumenta y la gente mayor se convierte en una molestia para el mundo capitalista (Mandell 40). La colectividad burguesa inicia una intranquilidad con la probidad del cuerpo, ya que este es una herramienta imprescindible para la manufacturación de bienes materiales. Consiguientemente, brota una ansiedad por la muerte y se la entiende como suceso trágico y no como un ineludible desenlace de la vida. Es en parte debido a este cuadro socioeconómico que la burguesía se ve trastornada por la muerte súbita y, más concretamente, por la presencia del crimen en la sociedad (41). Además, en The Corpus Delicti, Josefina Ludmer expone que el criminal no simplemente ejecuta transgresiones, sino que conjuntamente “produces the whole of the police and criminal justice, constables, judges, hangmen, juries, etc; and all these different lines of business which form equally many categories of the social division of labour, develop different capacities of the human spirit” (3). Ludmer recalca el hecho de que la infracción de las leyes asignadas por la burguesía favorece el afianzamiento del sistema económico capitalista y justifica la existencia de la industria del crimen. El criminal, por un lado, rompe la regularidad y la protección de la vida burguesa y, por otro lado, incentiva el ímpetu productivo (Cadáveres, Di Paolo 68).

Con el paso del tiempo, se produce una ruptura con el policial clásico, la cual está ligada al sistema capitalista. Un ejemplo evidente es Operación Masacre (1957) de Rodolfo Walsh (1927- 1977). El texto de Walsh versa en torno al desmoronamiento de un contragolpe militar a la dictadura de la Revolución Libertadora en 1956, donde en un campo al aire libre de José León Suárez (Provincia de Buenos Aires, Argentina) son ejecutados muchos ciudadanos ante la sospecha de ser integrantes de un levantamiento. Este quebrantamiento con el policial clásico de organizar la narración del crimen a través del raciocinio y la lógica conforma un dispositivo indispensable para entender su desarrollo hasta el presente, ya que se abordan temáticas que expresan injusticias sociales, políticas y económicas, proporcionando una nueva fase evolutiva de la novela criminal (Cadáveres, Di Paolo 18).

Esta insurrección y masacre que se narra en la novela de Walsh también está íntimamente relacionada con la intención de solidificar y expandir el capitalismo en la región. El golpe de estado y la dictadura de Aramburu tenían un enfoque económico capitalista ya que

 

se incentivaba al sector agropecuario en detrimento del industrial, al que perjudicaban eliminando las políticas proteccionistas y por la devaluación, que encarecía notablemente sus insumos. Este proceso vino de la mano de una creciente integración al mercado internacional de capitales. La Argentina se incorporó así al FMI (Fondo Monetario Internacional) y al Banco Mundial, dos organismos internacionales que permitían al país obtener créditos, a cambio de la imposición de los llamados “Planes de Estabilización” que implicaban una reducción de salarios, la eliminación de trabas al ingreso de capitales extranjeros, la disminución de aranceles y la reducción del gasto público. Todas estas medidas puestas en práctica durante la Revolución Libertadora no condujeron a la estabilización económica esperada: no lograron equilibrar la balanza de pagos (ya que las exportaciones crecieron menos que las importaciones), disminuyeron la capacidad de consumo, y llevaron a un nivel muy alto el endeudamiento externo. (Procesos históricos 1)

 

Aquí ya se evidencia el daño del FMI y la crisis que produce el acoplamiento al mercado internacional. Estos “planes de estabilización” son en realidad desestabilizadores que afectan al trabajador, a la dependencia de productos importados y a un sentimiento negativo causado por el incremento de la deuda externa. La crisis socioeconómica se impregna al policial y provoca una nueva mutación para reflejar los problemas que se manifiestan en el seno social. Este nuevo género de la novela negra “incorpora la lucha por el poder político y/o económico, la ambición, el individualismo, la violencia, el sexismo y el dinero, productos de una sociedad corrupta y en descomposición” (Giardinelli 17).

Lo mismo se puede decir de El Complot Mongol (1969) de Rafael Bernal. En su investigación sobre la novela policial mexicana, Ilan Stavans expresa que 1968, el año previo a la disponibilidad de El complot mongol en librerías, fue un tiempo tumultuoso en la trayectoria de México a causa de la intranquilidad política que reinaba en el país, la cual ocasionó violencia y muerte. Este desequilibrio igualmente se propagó al espacio literario, en el cual escritores como Rafael Bernal empiezan a valerse de diferentes estructuras narrativas para declamar el entorno que los rodea (25). Con la presidencia de Miguel Alemán (1946-1952), México adquiere un presidente que no es integrante del grupo de los militares. Los gobernantes son licenciados que aparentan administrar por medio de las instituciones y las leyes, pero en realidad forman parte de una gran corrupción política y afianzan al país dentro de una economía capitalista que perdura hasta nuestros días. Complementario al pasado pos-revolucionario y a la deshonesta hegemonía del PRI, se suman otros problemas sociopolíticos, donde gran parte de América Latina se encuentra aquejada por la Guerra Fría. Esta situación causa inseguridad y agitación en el seno de la sociedad mexicana (Negrótico, Di Paolo y Olmedo 54). Consecuentemente, como la novela de crímenes se transforma en el género por excelencia para exhibir las preocupaciones sociales, Bernal recurre al género negro para evidenciar la intranquilidad y la criminalidad que proviene del pánico al avance comunista y la lucha por afirmar y expandir el sistema capitalista en México.

Como se puede ver, los orígenes y transformaciones que experimenta la novela de crímenes están ligados, desde su comienzo, a la solidificación del sistema capitalista. El desarrollo y la proliferación de la novela negra desde fines del siglo XX ocurren ante el propósito de manifestar un desencanto frente a un capitalismo que carcome el “capital vida”. Para José Colmeiro, escritor español,

 

la novela policiaca negra actúa de forma catártica para liberarse colectivamente—autor y lector—del fantasma de violencia del pasado, la represión política, la tortura policial, y aliviar, al mismo tiempo, el horror de la violencia de la vida cotidiana del presente, la corrupción, la escalante agresividad, la pérdida de seguridad y hasta el valor de la vida humana. (217)

 

El género negro registra el espanto de un sistema que produce pánico y que pone en riesgo “el capital vida”. En progresión, la novela negra del siglo XXI continúa esta misión y expande su repulsión a la estructura política y económica, la cual ha llegado a un punto límite, produciendo una serie de crisis para perpetuar la riqueza de una “secta” viciada por la codicia y ajena a proteger el sustento económico del “capital vida”, deteriorando la subsistencia del individuo y la naturaleza a nivel global. Para Marta Zanz, novelista española, “el género negro sirve muy bien para reflejar lo que yo considero (y lo voy a decir muy pedantemente, la violencia sistémica al capitalismo” (Boullosa 1) y para Carlos Salem, “en la novela negra el asesino es el sistema, directa o indirectamente, que deglute a un montón de gente y lo que no le sirve lo escupe. Y esos huesos que escupe, de una u otra manera, es lo que buscamos contar, porque es lo que le pasa a más gente de lo que parece, y cada vez más” (1). Siguiendo este pensamiento denunciante y pesimista, Carlos Zanón afirma que

 

a partir de la Segunda Guerra Mundial, a partir de Vietnam, a partir de todas las mierdas, en Occidente se instaura la sensación de que ser moral es tener mala conciencia. Todos somos conscientes de que somos unos hijos de puta. De que nuestro sistema es un sistema injusto, de que puteamos al resto del mundo [...] La mala conciencia generalizada hace que el propio sistema sea incapaz de lavarle la cara. Y cuando uno se pone a escribir no puede escribir que cree en el sistema. (1)

 

Tanto Zanz, Salem como Zanón coinciden en que el criminal es el sistema capitalista ya que solo interesa el lucro. Su obtención no tiene escrúpulos. Se lo persigue tanto de manera legal o ilegal, produciendo las crisis en lo ambiental, energético, alimentario, laboral, de subsistencia, político, inmigratorio y cultural. Es evidente que los autores de novela negra del siglo XXI escriben ante la necesidad de sacar a relucir y advertir sobre el capitalismo nocivo, expresar una desconfianza en la estructura económica vigente y buscar un camino para revertir la situación. Este libro estudia novelas negras contemporáneas de Hispanoamérica, las cuales conforman un corpus que permite una meditación crítica de la sociedad capitalista. Los textos seleccionados exploran los efectos negativos que experimenta la sociedad y que inspiran la ficción criminal. El primer capítulo explora la crisis alimentaria. Márquez Covarrubias revela que “el orden agroalimentario global antepone los intereses de las empresas transnacionales, desmantela los sistemas de producción de los países subdesarrollados y sus modos de vida campesino, y genera el problema de la pérdida de soberanía alimentaria y la insustentabilidad social” (10). Para reflejar el problema alimentario se analiza Crímenes de hambre (2018) del español Miguel Pajares. El texto explora cómo las grandes compañías transnacionales y los ajustes estructurales impuestos por entidades como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio producen una hambruna en Guatemala, Haití y África. La novela permite indagar sobre el activismo en contra de la globalización y el esfuerzo por combatir los crímenes que produce el capitalismo. Por ejemplo, se hace referencia a los fondos buitres, capital privado que se destina a especular con bonos impagos de países en vías 21 de desarrollo y que afectan las reformas alimenticias. La novela se centra en la falta de crédito y subsidios para promover la producción de productos básicos, la exportación masiva de agrocombustibles, la disminución de la calidad alimentaria, las enfermedades que producen el hambre y la alteración genética de semillas para ser más resistentes a pesticidas. Asimismo, el texto gira en torno a la expulsión de campesinos de sus tierras y el monopolio de los mercados futuros que especulan el costo de los alimentos. La crisis ambiental es parte del segundo capítulo. Según Márquez Covarrubias, “la desproporción en el consumo de recursos naturales en el sistema capitalista mundial es desigual: el 20% de la población mundial, concentrada en los países centrales del norte consume 80% de los recursos naturales. La voraz dinámica de acumulación destruye lo que la naturaleza tarda millones de años en construir” (10). Para escudriñar el problema ambiental se estudian La música de la soledad (2014) del chileno Ramón Díaz Eterovic y Verde oscuro (2014) de la argentina Alicia Plante. La novela de Eterovic expone la incapacidad de regenerar los recursos naturales no renovables, las enfermedades, el destierro de habitantes, la contaminación del suelo y el agua—debido al derramamiento de desechos tóxicos—y el cambio climático. El texto se interna en la corrupción del gobierno, el apoyo interesado de ciudadanos que se benefician de la industria minera, la culpabilidad del sistema corporativo y en las amenazas, asesinatos y conspiraciones que sufren los que se enfrentan al poder de las compañías transnacionales. La segunda novela que ilustra el conflicto ambiental es Verde Oscuro. Siguiendo la temática detectivesca se desenmascara la usurpación de tierras naturales para el desarrollo urbanístico sin importar las consecuencias ecológicas. Además, se denuncia el negocio de la naturaleza. En vez de multiplicarla y preservarla se intenta venderla la naturaleza al ciudadano. El estudio de una crisis laboral proveniente del sistema capitalista se incluye en el tercer capítulo. Sobre este tema, Márquez Covarrubias afirma que 22 La superexplotación del trabajo significa no sólo la contención salarial y el empobrecimiento familiar, sino también la exposición a riesgos y peligros laborales, el desgaste prematuro de la fuerza laboral y la posibilidad de ser despedido y excluido de la órbita de la producción y el consumo. No obstante, bajo el influjo del capitalismo neoliberal se han recrudecido los problemas sociales, al punto en que se pone en riesgo, cuando menos en vastas zonas del planeta, la existencia y reproducción de la vida humana. El rasgo consustancial al capitalismo neoliberal es la insustentabilidad social. (8) Para explorar esta situación se estudia Siliconas Express (2013) de la argentina María Inés Krimer. El texto se sumerge en la industria de la moda y los talleres clandestinos, los cuales son culpables de la explotación laboral, especialmente del inmigrante boliviano. Se explora el contraste perverso entre la “alta costura” y el submundo de la costura esclava. Al mismo tiempo, Krimer condena la sobreexplotación del trabajo donde el individuo tiene una remuneración ínfima y jornadas extenuantes. Se contrasta la producción barata y el alto valor de venta en los espacios fashions. La novela se adentra en la explotación del cuerpo y cómo las modelos también son esclavas de la industria y sus cuerpos se convierten en mercancía. Además de Silicona Express, en este capítulo se analiza Cupo, también escrita por María Inés Krimes. El texto se enfoca en el poder gremial y en las relaciones corruptas entre Estado, empresas y sindicatos. Desde el punto de vista de género, la novela presenta a las mujeres como grupo colectivo en pos de derechos que hacen a la ética y el humanitarismo. Mientras que los hombres se enfocan en la acumulación de poder, violando las leyes y eliminando a la oposición. La cuarta crisis que se estudia es la migratoria. Márquez Covarrubias comenta al respecto que 23 enormes contingentes de población devienen en redundantes o desechables para las necesidades de valorización del capital. La cantidad de migrantes laborales que van de sur a norte y el volumen de las remesas que envían a sus países de origen han experimentado un crecimiento sin precedentes en todo el mundo. (10) Para investigar sobre este malestar específico se examina Aguas de venganza (2016) del español Miguel Pajares, el cual revela que la migración africana se origina en la falta de recursos económicos, guerras civiles y disturbios y conflictos sociales en los países de origen. Tanto los marroquíes como los españoles violan los derechos humanos de los inmigrantes y refugiados hasta llegar al homicidio. El texto explora el saqueo internacional de hidrocarburos y minerales. En la región subsahariana existe una valorización del capital extranjero por sobre el regional, una sobreexplotación de recursos pesqueros debido a la pesca ilegal para abastecer la demanda europea y asiática. El trayecto hasta la frontera española es riesgoso y puede llegar a ser letal debido a bandidos, traficantes y pasadores, hambruna, deshidratación, enfermedad y falta de acceso a medicamentos. Como si esto no fuera suficiente, a los que logran cruzar se los devuelve a Marruecos y los gendarmes de la Guardia Civil llegan a pinchar los flotadores de los potenciales migrantes y refugiados. El quinto capítulo sondea la crisis de subsistencia. Para adentrarse en ella se analiza Instrucciones para robar supermercados (2017) del argentino Haidu Kowski. La novela presenta la perspectiva de aquellos que viven en la desesperación y en busca de una subsistencia digna y un empleo justo. Desde una estética variada que va desde la novela de crímenes y la picaresca, hasta el género erótico y lo grotesco, la trama muestra que la crisis del capitalismo es una realidad agobiante y que su poder de acción es mayor a lo que puedan realizar un grupo de personas. La novela no hace hincapié en la riqueza que acumulan los miembros de la 24 banda. El robo al sistema no es una opción válida para salir de la marginalidad. Los únicos que se benefician son los jefes de las organizaciones, quienes, al mismo tiempo, conforman parte del sistema capitalista legitimado e imperante, beneficiándose desde la ilegalidad, la corrupción y la explotación del trabajador. La crisis energética se trata en el sexto capítulo de este libro por medio del análisis literario de Cenital (2012) del español Emilio Bueso. A través de esta novela distópica se escudriñan las consecuencias de la escasez y el derrumbe de los recursos energéticos que llevan al regreso de sociedades arcaicas, donde las ciudades se han convertido en ruinas y lugares de abandono. La crisis energética se transforma en una pandemia que se propaga atravesando la economía capitalista, matando gente, derrumbando hogares, industrias y hasta la misma ciencia fomentada por el capitalismo como lo son la informática, el desarrollo genético, la industria armamentística y la conquista del espacio. La novela propone un modelo cultural, ideológico y económico alternativo donde cazar, tejer, cocinar, cuidar del otro, amar y proteger son las nuevas claves para un nuevo orden mundial. De este modo, Cenital puede leerse como metáfora de un mundo por venir; un nuevo orden pos capitalista centrado en la vida, lo natural, y el reconocimiento de lo humano en su profunda condición. El séptimo apartado inquiere sobre la crisis política que deriva de la subyugación que recibe el Estado frente al capital corporativo y la alianza de ciertos funcionarios con este poder, en busca de intereses propios, sin importarles la destrucción del ciudadano común y de la naturaleza. Se analiza Los crímenes de la secta (2015) del español José Antonio Solís. La novela enfatiza los malabares y obstáculos que enfrenta la emergencia de una política que tiene la intención de resguardar e incrementar el “capital vida” y establecer una nueva alternativa a niveles gubernamentales y económicos. El conflicto entre ambas posturas es el detonante de crímenes por índoles políticas y revela la agresión que provoca el sistema 25 capitalista cuando se lo pone en peligro. Frente a esta tensión, surge un grupo que disiente furiosamente y se esfuerza en deshacerse del miedo instaurado por el viejo orden que subyuga, avasalla y margina. Esto crea un desorden social que apunta a una transformación profunda de la sociedad. Otro elemento importante que plantea la novela es cómo los medios de comunicación entran en conflicto con la necesidad de cambio y favorecen la consolidación del sistema capitalista vigente. Finalmente, el último capítulo se centra en el análisis de En la orilla (2013) del español Rafael Chirbes para indagar sobre la crisis cultural como producto del capitalismo gore. Si bien la historia gira en torno al crack de la burbuja inmobiliaria en España y la pérdida de bienes materiales, la novela pone de manifiesto la decadencia cultural y social. Los personajes sufren la destrucción de las fibras productivas de una sociedad y son víctimas de las falencias que impiden restablecer los valores éticos y humanos.



[1] La traducción es nuestra.