Crisis del Sistema Capitalista en la novela negra hispana
Índice
Introducción .....................................................................................9
Crisis Alimentaria...........................................................................27
Empresas transnacionales y el orden agroalimentario global en Crímenes de hambre de Miguel Pajares .............................................29
Crisis Ambiental.............................................................................45
La industria minera chilena: Poder corporativo, saqueo y contaminación en La música de la soledad de Ramón Díaz Eterovic................................47
Crisis ambiental en el contexto del capitalismo: Expropiación natural y urbanización en Verde Oscuro de Alicia Plante...............................61
Urbanización, capitalismo y destrucción de reservas naturales..............................................................................62
Crimen, ecosistema y capitalismo ..................................64
La enunciación ecológica como denuncia.......................70
Un párrafo final .............................................................72
Crisis Laboral ................................................................................75
Sangre Fashion de María Inés Krimer: Crisis migratoria y la superexplotación del trabajo ............................................................77
Violencia sindical y capitalismo en Cupo de María Inés Krimer .......95
Crisis Migratoria...........................................................................107
Capitalismo y migración: Violación de los derechos humanos de inmigrantes y refugiados africanos en Aguas de venganza de Miguel Pajares...........................................................................................109
Crisis de Subsistencia....................................................................123
Subversión del sistema y subsistencia desde una estética picaresca, erótica y grotesca en Instrucciones para robar supermercados de Haidu Kowski...........................................................................125
Crisis Energética...........................................................................141
Crisis ecológica y fin del capitalismo en Cenital de Emilio Bueso...143
Crisis energética, cambio climático y colapso ecológico ..144
Ecoaldea, la utopía del último-nuevo hombre...............145
Capitalismo-pos capitalismo........................................146
Crisis Política ...............................................................................155
El enfrentamiento del poder económico y el cambio político en Los crímenes de la secta de José Antonio Nieto Solís........................157
Crisis Cultural ..............................................................................167
Crisis cultural y financiera En la orilla de Rafael Chirbes...............169
Conclusión........................................................................176
Bibliografía ...................................................................................177
Introducción
Es
indudable que el mundo entero está experimentando una crisis aguda del sistema
capitalista. Este malestar es complejo y se evidencia en diferentes esferas
importantes que afectan a la población, tales como la alimentaria, la política,
la laboral, la energética, la cultural, la ambiental, la migratoria y la de
subsistencia. En “Crisis del sistema capitalista mundial: paradojas y
respuestas”, Humberto Márquez Covarrubias puntualiza que “visto en perspectiva,
la actual crisis es sistémica, estructural y civilizatoria” (7, 8). Es decir
que aqueja al sistema capitalista en su totalidad. La enfermedad se manifiesta
en numerosas capas y en diferentes categorías. A su vez, esta pesadumbre pone
en peligro la relación entre humanos y naturaleza.
Al
analizar esta preocupación por el deterioro del capitalismo desde un punto de
vista filosófico, en The Cancer Stage of Capitalism: From Crisis to Cure, John
McMurtry explica que el sistema capitalista ha dejado de lado el componente más
importante: “life-capital”, el cual posibilita las secuencias de vida de los
individuos y de la sociedad a través del tiempo. Lo que se valora es el capital
destructor de vidas, el cual genera una secuencia de dinero no regulada (78).
Para McMurtry, el “capital vida” es la base de la que depende la vida de las
personas y las sociedades en todo momento, pero cada vez está más invadido en
cada uno de los ámbitos básicos—el aire, la luz solar, la comida, el agua, el
futuro de los niños y niñas, y los sistemas sociales y naturales para el sustento
de la vida (194). Consecuentemente, los bienes que propugnan la vida son los
medios para satisfacer las necesidades de subsistencia, los cuales extienden
las dimensiones de vida. Las únicas verdaderas necesidades económicas son:
alimentación nutritiva, agua limpia, vivienda adecuada, interacción afectiva,
variedad y espacio del entorno ambiental, atención médica en caso de enfermedad
y condiciones accesibles de aprendizaje (197). En la práctica, el capitalismo
global ignora y excluye el “capital vida”. Su único objetivo, en todos los
casos y en todos los niveles, consiste en un sistema de maximización de la
demanda de dinero auto-multiplicadora sin función vital y liberado de
reguladores y barreras, con la intención de desagregar, agotar e invadir los sistemas
de vida en todos los planos de cualquier manera que haga crecer, a toda costa,
las secuencias de dinero privado (37). En contraposición, McMurtry afirma que
lo que se requiere son mecanismos de sistemas coherentes con la vida en todos
los dominios que proporciona el paradigma del “capital vita”, los cuales
producen un sistema complejo de macro leyes de correlación. Para McMurtry,
cuanto más se reproducen y extienden de manera compatible las amplitudes y
profundidades de la vida, cuanto más se acumulan las bases del “capital vida”,
mejor es la economía real y la condición objetiva de la sociedad, ya que los
individuos son más capaces de expresar y disfrutar su vida (312).
Otra
forma de definir esta situación la presenta Sayak Valencia, quien afirma que
estamos viviendo en medio de un “capitalismo gore”, el cual se define como la ruptura de valores y prácticas que
ocurren visiblemente en territorios fronterizos del “Tercer Mundo” con regiones
del “Primer Mundo” (20) y que se extiende a todos los países en vías de
desarrollo. Este capitalismo crudo produce diferentes formas de violencia que
se emplean para lograr una legitimidad económica (22) y según lo afirma
Valencia,
la crudeza de esta violencia obedece a una
lógica nacida de estructuras y procesos planificados en el seno mismo del
neoliberalismo, la globalización y la política. Hablamos de prácticas
transgresoras únicamente porque su contundencia deja patente la vulnerabilidad
del cuerpo humano, en cómo se lo mutila y se lo profana.[1]
(22)
Tal
es el caso de las masacres que existen en las fronteras de México y Estados
Unidos debido a los procesos inmigratorios y los obstáculos que el migrante
tiene que afrontar. Lo mismo se puede decir en el linde de África con España,
donde no se valora la vida del migrante y se cometen crímenes en contra de
estos individuos. A esta violencia se le debe sumar la de las corporaciones
transnacionales, las cuales han contribuido a la debilitación del Estado y han
dejado a sus ciudadanos vulnerables y a merced de estas fuerzas destructivas.
Para Valencia, el empresario contemporáneo se ha convertido en un agente
financiero del capitalismo gore y
transformado en una figura monstruosa, un especialista de la violencia, que
carcome la esfera política-económica y controla al individuo común (64). El
capitalismo crudo produce un nuevo feudalismo, ya que “la concentración de la
riqueza en las oligarquías del capitalismo financiero es ahora infinitamente
más poderosa que todas las demás fuerzas del planeta” (Estévez y Taibo 112).
Lo
que es más, la aguda crisis económica se extiende al ámbito cultural y personal
del individuo porque fomenta desconsuelo moral, vergüenza de ser diferente,
falta de autoestima individual y una marcada insatisfacción (Lipovetsky 191).
La cultura del sistema capitalista vigente crea una demanda de consumo
internacional que fomenta “actividades criminales transnacionales” (Curbet 63),
por lo cual se incrementa la demanda del tráfico de drogas, órganos y
prostitución, acompañado de una violencia que va desde la intimidación a un
ímpetu sangriento que llega hasta el asesinato por contrato (Valencia 87).
Estos macabros negocios económicos ilegales se convierten en una sub-economía
alternativa, poniendo en peligro la vida del ciudadano, quien vive en una cultura
que gira en torno al crimen, la pobreza material y el descontento emocional.
Sobre esto, Gilles Lipovetsky explica que, en sociedades de consumo, la pobreza
material se vive como falta de autonomía y falta de acceso a los propios
proyectos, como obsesión por la supervivencia, como sentimiento de fracaso y
colapso social (190), ya que no se puede acceder al consumo y la acumulación
que exige una sociedad hiperconsumista (181).
La consolidación de las empresas
transnacionales que fomenta el capitalismo crudo promueve la desregularización
del mercado neoliberal y se convierten en órganos de explotación que esclavizan
al trabajador y relegan el poder del Estado. Para estas corporaciones prevalece
la acumulación de poder, donde la victoria económica es más importante que el
bienestar colectivo y una distribución más equitativa de las riquezas. Para
Slavoj Zizek existe una “violencia sistémica” producto de los adversos efectos
que emanan del funcionamiento de los procedimientos económicos y políticos (1),
donde este salvajismo se vuelve difícil de atribuírselo a una persona concreta
porque se encuentra camuflada dentro del sistema capitalista (12, 13). A esto
hay que sumarle la “filantropía” de multimillonarios “capitalistas
humanitarios” que disfrazan sus buenas intenciones para ayudar a la comunidad,
pero que en realidad invisibilizan la violencia sistémica, que sustenta su
éxito económico, y dificultan su identificación (14, 15).
Este
malestar como producto del capitalismo crudo se evidencia en la literatura,
específicamente en la novela de crímenes. Existe una constante relación del
género negro con el capitalismo y una evolutiva capacidad de crítica hacia el
sistema. En Crítica y Ficción,
Ricardo Piglia presenta al género negro como
un
modo de narrar en la serie negra que está ligado a un manejo de la realidad que
yo llamaría materialista. Basta pensar en el lugar que tiene el dinero en esos
relatos. Quiero decir, basta pensar en la compleja relación que establecen
entre el dinero y la ley: en primer lugar, el que representa la ley sólo está
motivado por el interés, el detective es un profesional, alguien que hace su
trabajo […] (mientras que en la novela de intriga el detective es generalmente
un aficionado que se ofrece “desinteresadamente” a descifrar el enigma); en
segundo lugar, el crimen, el delito, está siempre sostenido por el dinero:
asesinatos, robos, estafas, extorsiones, secuestros, la cadena es siempre
económica […] En última instancia […], el único enigma que proponen las novelas
de la serie negra es el de las relaciones capitalistas: el dinero que legisla
la moral y sostiene la ley es la única “razón” de esos relatos donde todo se
paga. En este sentido, yo diría que son novelas capitalistas en el sentido más
literal de la palabra: deben ser leídas, pienso, ante todo como síntomas. (62)
Es
decir que para Piglia, la preocupación de la vertiente negra se centra en el
papel que el dinero tiene en la sociedad y en la estrecha relación que existe
entre esta literatura y la economía desde el surgimiento del género policial.
Ya desde su inicio, la novela detectivesca tradicional sustenta el interés de
la burguesía de vigilar, doblegar y modificar toda posible amenaza proveniente
del proletariado (Mattalía 23), lo cual demuestra que esta literatura, desde
sus comienzos, tiene una relación con el capitalismo y pretende aleccionar a
aquellos que se atreven a romper las reglas impuestas para el beneficio
económico con la intención de mantener la riqueza de un grupo privilegiado.
Así, estos textos se enfocan en descubrir al asesino, sacar a relucir el modus operandi del crimen, enfatizando
su castigo para ejemplificar que no hay forma de amenazar al sistema
socioeconómico preestablecido, “justice is always done. Crime never pays.
Bourgeois legality, bourgeois values, bourgeois society, always triumphs in the
end” (Mandell 48). El acaudalado constantemente triunfa y mayormente la
propiedad privada, la ley y el orden obligatoriamente tienen que ser
resguardados para cerciorar la hegemonía de la burguesía (Cadáveres, Di Paolo 68).
Lo
que es más, el crecimiento de las comodidades de producción capitalista origina
una transformación en la postura que exteriorizan las personas de las
sociedades modernas en cuanto a la muerte. Por un lado, en las sociedades
primitivas, la muerte es asentida como un paso natural con el que concluye la
vida terrenal, y se despliega una obediencia hacia los mayores y la sabiduría
ancestral. Por otro lado, en las sociedades fundadas en la fabricación y
comercialización de bienes, la competencia entre la personas aumenta y la gente
mayor se convierte en una molestia para el mundo capitalista (Mandell 40). La
colectividad burguesa inicia una intranquilidad con la probidad del cuerpo, ya
que este es una herramienta imprescindible para la manufacturación de bienes
materiales. Consiguientemente, brota una ansiedad por la muerte y se la
entiende como suceso trágico y no como un ineludible desenlace de la vida. Es
en parte debido a este cuadro socioeconómico que la burguesía se ve trastornada
por la muerte súbita y, más concretamente, por la presencia del crimen en la
sociedad (41). Además, en The Corpus
Delicti, Josefina Ludmer expone que el criminal no simplemente ejecuta
transgresiones, sino que conjuntamente “produces the whole of the police and
criminal justice, constables, judges, hangmen, juries, etc; and all these
different lines of business which form equally many categories of the social
division of labour, develop different capacities of the human spirit” (3).
Ludmer recalca el hecho de que la infracción de las leyes asignadas por la
burguesía favorece el afianzamiento del sistema económico capitalista y
justifica la existencia de la industria del crimen. El criminal, por un lado,
rompe la regularidad y la protección de la vida burguesa y, por otro lado,
incentiva el ímpetu productivo (Cadáveres,
Di Paolo 68).
Con
el paso del tiempo, se produce una ruptura con el policial clásico, la cual
está ligada al sistema capitalista. Un ejemplo evidente es Operación Masacre (1957) de Rodolfo Walsh (1927- 1977). El texto de
Walsh versa en torno al desmoronamiento de un contragolpe militar a la
dictadura de la Revolución Libertadora en 1956, donde en un campo al aire libre
de José León Suárez (Provincia de Buenos Aires, Argentina) son ejecutados muchos
ciudadanos ante la sospecha de ser integrantes de un levantamiento. Este
quebrantamiento con el policial clásico de organizar la narración del crimen a
través del raciocinio y la lógica conforma un dispositivo indispensable para
entender su desarrollo hasta el presente, ya que se abordan temáticas que
expresan injusticias sociales, políticas y económicas, proporcionando una nueva
fase evolutiva de la novela criminal (Cadáveres,
Di Paolo 18).
Esta
insurrección y masacre que se narra en la novela de Walsh también está
íntimamente relacionada con la intención de solidificar y expandir el
capitalismo en la región. El golpe de estado y la dictadura de Aramburu tenían
un enfoque económico capitalista ya que
se
incentivaba al sector agropecuario en detrimento del industrial, al que
perjudicaban eliminando las políticas proteccionistas y por la devaluación, que
encarecía notablemente sus insumos. Este proceso vino de la mano de una
creciente integración al mercado internacional de capitales. La Argentina se
incorporó así al FMI (Fondo Monetario Internacional) y al Banco Mundial, dos
organismos internacionales que permitían al país obtener créditos, a cambio de
la imposición de los llamados “Planes de Estabilización” que implicaban una
reducción de salarios, la eliminación de trabas al ingreso de capitales
extranjeros, la disminución de aranceles y la reducción del gasto público.
Todas estas medidas puestas en práctica durante la Revolución Libertadora no
condujeron a la estabilización económica esperada: no lograron equilibrar la
balanza de pagos (ya que las exportaciones crecieron menos que las
importaciones), disminuyeron la capacidad de consumo, y llevaron a un nivel muy
alto el endeudamiento externo. (Procesos históricos 1)
Aquí
ya se evidencia el daño del FMI y la crisis que produce el acoplamiento al
mercado internacional. Estos “planes de estabilización” son en realidad
desestabilizadores que afectan al trabajador, a la dependencia de productos
importados y a un sentimiento negativo causado por el incremento de la deuda
externa. La crisis socioeconómica se impregna al policial y provoca una nueva
mutación para reflejar los problemas que se manifiestan en el seno social. Este
nuevo género de la novela negra “incorpora la lucha por el poder político y/o
económico, la ambición, el individualismo, la violencia, el sexismo y el
dinero, productos de una sociedad corrupta y en descomposición” (Giardinelli
17).
Lo
mismo se puede decir de El Complot Mongol
(1969) de Rafael Bernal. En su investigación sobre la novela policial mexicana,
Ilan Stavans expresa que 1968, el año previo a la disponibilidad de El complot mongol en librerías, fue un
tiempo tumultuoso en la trayectoria de México a causa de la intranquilidad
política que reinaba en el país, la cual ocasionó violencia y muerte. Este
desequilibrio igualmente se propagó al espacio literario, en el cual escritores
como Rafael Bernal empiezan a valerse de diferentes estructuras narrativas para
declamar el entorno que los rodea (25). Con la presidencia de Miguel Alemán
(1946-1952), México adquiere un presidente que no es integrante del grupo de
los militares. Los gobernantes son licenciados que aparentan administrar por
medio de las instituciones y las leyes, pero en realidad forman parte de una
gran corrupción política y afianzan al país dentro de una economía capitalista
que perdura hasta nuestros días. Complementario al pasado pos-revolucionario y
a la deshonesta hegemonía del PRI, se suman otros problemas sociopolíticos, donde
gran parte de América Latina se encuentra aquejada por la Guerra Fría. Esta
situación causa inseguridad y agitación en el seno de la sociedad mexicana (Negrótico, Di Paolo y Olmedo 54).
Consecuentemente, como la novela de crímenes se transforma en el género por
excelencia para exhibir las preocupaciones sociales, Bernal recurre al género
negro para evidenciar la intranquilidad y la criminalidad que proviene del
pánico al avance comunista y la lucha por afirmar y expandir el sistema
capitalista en México.
Como
se puede ver, los orígenes y transformaciones que experimenta la novela de
crímenes están ligados, desde su comienzo, a la solidificación del sistema
capitalista. El desarrollo y la proliferación de la novela negra desde fines
del siglo XX ocurren ante el propósito de manifestar un desencanto frente a un
capitalismo que carcome el “capital vida”. Para José Colmeiro, escritor
español,
la
novela policiaca negra actúa de forma catártica para liberarse
colectivamente—autor y lector—del fantasma de violencia del pasado, la
represión política, la tortura policial, y aliviar, al mismo tiempo, el horror
de la violencia de la vida cotidiana del presente, la corrupción, la escalante
agresividad, la pérdida de seguridad y hasta el valor de la vida humana. (217)
El
género negro registra el espanto de un sistema que produce pánico y que pone en
riesgo “el capital vida”. En progresión, la novela negra del siglo XXI continúa
esta misión y expande su repulsión a la estructura política y económica, la
cual ha llegado a un punto límite, produciendo una serie de crisis para
perpetuar la riqueza de una “secta” viciada por la codicia y ajena a proteger
el sustento económico del “capital vida”, deteriorando la subsistencia del
individuo y la naturaleza a nivel global. Para Marta Zanz, novelista española,
“el género negro sirve muy bien para reflejar lo que yo considero (y lo voy a
decir muy pedantemente, la violencia sistémica al capitalismo” (Boullosa 1) y
para Carlos Salem, “en la novela negra el asesino es el sistema, directa o
indirectamente, que deglute a un montón de gente y lo que no le sirve lo
escupe. Y esos huesos que escupe, de una u otra manera, es lo que buscamos
contar, porque es lo que le pasa a más gente de lo que parece, y cada vez más”
(1). Siguiendo este pensamiento denunciante y pesimista, Carlos Zanón afirma
que
a
partir de la Segunda Guerra Mundial, a partir de Vietnam, a partir de todas las
mierdas, en Occidente se instaura la sensación de que ser moral es tener mala
conciencia. Todos somos conscientes de que somos unos hijos de puta. De que
nuestro sistema es un sistema injusto, de que puteamos al resto del mundo [...]
La mala conciencia generalizada hace que el propio sistema sea incapaz de
lavarle la cara. Y cuando uno se pone a escribir no puede escribir que cree en
el sistema. (1)
Tanto
Zanz, Salem como Zanón coinciden en que el criminal es el sistema capitalista
ya que solo interesa el lucro. Su obtención no tiene escrúpulos. Se lo persigue
tanto de manera legal o ilegal, produciendo las crisis en lo ambiental,
energético, alimentario, laboral, de subsistencia, político, inmigratorio y
cultural. Es evidente que los autores de novela negra del siglo XXI escriben
ante la necesidad de sacar a relucir y advertir sobre el capitalismo nocivo,
expresar una desconfianza en la estructura económica vigente y buscar un camino
para revertir la situación. Este libro estudia novelas negras contemporáneas de
Hispanoamérica, las cuales conforman un corpus que permite una meditación
crítica de la sociedad capitalista. Los textos seleccionados exploran los
efectos negativos que experimenta la sociedad y que inspiran la ficción
criminal. El primer capítulo explora la crisis alimentaria. Márquez Covarrubias
revela que “el orden agroalimentario global antepone los intereses de las
empresas transnacionales, desmantela los sistemas de producción de los países
subdesarrollados y sus modos de vida campesino, y genera el problema de la
pérdida de soberanía alimentaria y la insustentabilidad social” (10). Para
reflejar el problema alimentario se analiza Crímenes de hambre (2018) del español
Miguel Pajares. El texto explora cómo las grandes compañías transnacionales y
los ajustes estructurales impuestos por entidades como el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio producen
una hambruna en Guatemala, Haití y África. La novela permite indagar sobre el
activismo en contra de la globalización y el esfuerzo por combatir los crímenes
que produce el capitalismo. Por ejemplo, se hace referencia a los fondos
buitres, capital privado que se destina a especular con bonos impagos de países
en vías 21 de desarrollo y que afectan las reformas alimenticias. La novela se
centra en la falta de crédito y subsidios para promover la producción de
productos básicos, la exportación masiva de agrocombustibles, la disminución de
la calidad alimentaria, las enfermedades que producen el hambre y la alteración
genética de semillas para ser más resistentes a pesticidas. Asimismo, el texto
gira en torno a la expulsión de campesinos de sus tierras y el monopolio de los
mercados futuros que especulan el costo de los alimentos. La crisis ambiental
es parte del segundo capítulo. Según Márquez Covarrubias, “la desproporción en
el consumo de recursos naturales en el sistema capitalista mundial es desigual:
el 20% de la población mundial, concentrada en los países centrales del norte
consume 80% de los recursos naturales. La voraz dinámica de acumulación
destruye lo que la naturaleza tarda millones de años en construir” (10). Para
escudriñar el problema ambiental se estudian La música de la soledad (2014) del
chileno Ramón Díaz Eterovic y Verde oscuro (2014) de la argentina Alicia
Plante. La novela de Eterovic expone la incapacidad de regenerar los recursos
naturales no renovables, las enfermedades, el destierro de habitantes, la contaminación
del suelo y el agua—debido al derramamiento de desechos tóxicos—y el cambio
climático. El texto se interna en la corrupción del gobierno, el apoyo
interesado de ciudadanos que se benefician de la industria minera, la
culpabilidad del sistema corporativo y en las amenazas, asesinatos y
conspiraciones que sufren los que se enfrentan al poder de las compañías
transnacionales. La segunda novela que ilustra el conflicto ambiental es Verde
Oscuro. Siguiendo la temática detectivesca se desenmascara la usurpación de
tierras naturales para el desarrollo urbanístico sin importar las consecuencias
ecológicas. Además, se denuncia el negocio de la naturaleza. En vez de
multiplicarla y preservarla se intenta venderla la naturaleza al ciudadano. El
estudio de una crisis laboral proveniente del sistema capitalista se incluye en
el tercer capítulo. Sobre este tema, Márquez Covarrubias afirma que 22 La
superexplotación del trabajo significa no sólo la contención salarial y el
empobrecimiento familiar, sino también la exposición a riesgos y peligros
laborales, el desgaste prematuro de la fuerza laboral y la posibilidad de ser
despedido y excluido de la órbita de la producción y el consumo. No obstante,
bajo el influjo del capitalismo neoliberal se han recrudecido los problemas
sociales, al punto en que se pone en riesgo, cuando menos en vastas zonas del
planeta, la existencia y reproducción de la vida humana. El rasgo consustancial
al capitalismo neoliberal es la insustentabilidad social. (8) Para explorar
esta situación se estudia Siliconas Express (2013) de la argentina María Inés
Krimer. El texto se sumerge en la industria de la moda y los talleres
clandestinos, los cuales son culpables de la explotación laboral, especialmente
del inmigrante boliviano. Se explora el contraste perverso entre la “alta
costura” y el submundo de la costura esclava. Al mismo tiempo, Krimer condena
la sobreexplotación del trabajo donde el individuo tiene una remuneración
ínfima y jornadas extenuantes. Se contrasta la producción barata y el alto
valor de venta en los espacios fashions. La novela se adentra en la explotación
del cuerpo y cómo las modelos también son esclavas de la industria y sus
cuerpos se convierten en mercancía. Además de Silicona Express, en este
capítulo se analiza Cupo, también escrita por María Inés Krimes. El texto se
enfoca en el poder gremial y en las relaciones corruptas entre Estado, empresas
y sindicatos. Desde el punto de vista de género, la novela presenta a las
mujeres como grupo colectivo en pos de derechos que hacen a la ética y el
humanitarismo. Mientras que los hombres se enfocan en la acumulación de poder,
violando las leyes y eliminando a la oposición. La cuarta crisis que se estudia
es la migratoria. Márquez Covarrubias comenta al respecto que 23 enormes contingentes
de población devienen en redundantes o desechables para las necesidades de
valorización del capital. La cantidad de migrantes laborales que van de sur a
norte y el volumen de las remesas que envían a sus países de origen han
experimentado un crecimiento sin precedentes en todo el mundo. (10) Para
investigar sobre este malestar específico se examina Aguas de venganza (2016)
del español Miguel Pajares, el cual revela que la migración africana se origina
en la falta de recursos económicos, guerras civiles y disturbios y conflictos
sociales en los países de origen. Tanto los marroquíes como los españoles
violan los derechos humanos de los inmigrantes y refugiados hasta llegar al
homicidio. El texto explora el saqueo internacional de hidrocarburos y minerales.
En la región subsahariana existe una valorización del capital extranjero por
sobre el regional, una sobreexplotación de recursos pesqueros debido a la pesca
ilegal para abastecer la demanda europea y asiática. El trayecto hasta la
frontera española es riesgoso y puede llegar a ser letal debido a bandidos,
traficantes y pasadores, hambruna, deshidratación, enfermedad y falta de acceso
a medicamentos. Como si esto no fuera suficiente, a los que logran cruzar se
los devuelve a Marruecos y los gendarmes de la Guardia Civil llegan a pinchar
los flotadores de los potenciales migrantes y refugiados. El quinto capítulo
sondea la crisis de subsistencia. Para adentrarse en ella se analiza
Instrucciones para robar supermercados (2017) del argentino Haidu Kowski. La
novela presenta la perspectiva de aquellos que viven en la desesperación y en
busca de una subsistencia digna y un empleo justo. Desde una estética variada
que va desde la novela de crímenes y la picaresca, hasta el género erótico y lo
grotesco, la trama muestra que la crisis del capitalismo es una realidad
agobiante y que su poder de acción es mayor a lo que puedan realizar un grupo
de personas. La novela no hace hincapié en la riqueza que acumulan los miembros
de la 24 banda. El robo al sistema no es una opción válida para salir de la
marginalidad. Los únicos que se benefician son los jefes de las organizaciones,
quienes, al mismo tiempo, conforman parte del sistema capitalista legitimado e
imperante, beneficiándose desde la ilegalidad, la corrupción y la explotación
del trabajador. La crisis energética se trata en el sexto capítulo de este
libro por medio del análisis literario de Cenital (2012) del español Emilio
Bueso. A través de esta novela distópica se escudriñan las consecuencias de la
escasez y el derrumbe de los recursos energéticos que llevan al regreso de
sociedades arcaicas, donde las ciudades se han convertido en ruinas y lugares
de abandono. La crisis energética se transforma en una pandemia que se propaga
atravesando la economía capitalista, matando gente, derrumbando hogares,
industrias y hasta la misma ciencia fomentada por el capitalismo como lo son la
informática, el desarrollo genético, la industria armamentística y la conquista
del espacio. La novela propone un modelo cultural, ideológico y económico
alternativo donde cazar, tejer, cocinar, cuidar del otro, amar y proteger son
las nuevas claves para un nuevo orden mundial. De este modo, Cenital puede
leerse como metáfora de un mundo por venir; un nuevo orden pos capitalista
centrado en la vida, lo natural, y el reconocimiento de lo humano en su
profunda condición. El séptimo apartado inquiere sobre la crisis política que
deriva de la subyugación que recibe el Estado frente al capital corporativo y
la alianza de ciertos funcionarios con este poder, en busca de intereses
propios, sin importarles la destrucción del ciudadano común y de la naturaleza.
Se analiza Los crímenes de la secta (2015) del español José Antonio Solís. La
novela enfatiza los malabares y obstáculos que enfrenta la emergencia de una
política que tiene la intención de resguardar e incrementar el “capital vida” y
establecer una nueva alternativa a niveles gubernamentales y económicos. El
conflicto entre ambas posturas es el detonante de crímenes por índoles
políticas y revela la agresión que provoca el sistema 25 capitalista cuando se
lo pone en peligro. Frente a esta tensión, surge un grupo que disiente
furiosamente y se esfuerza en deshacerse del miedo instaurado por el viejo
orden que subyuga, avasalla y margina. Esto crea un desorden social que apunta
a una transformación profunda de la sociedad. Otro elemento importante que
plantea la novela es cómo los medios de comunicación entran en conflicto con la
necesidad de cambio y favorecen la consolidación del sistema capitalista
vigente. Finalmente, el último capítulo se centra en el análisis de En la
orilla (2013) del español Rafael Chirbes para indagar sobre la crisis cultural
como producto del capitalismo gore. Si bien la historia gira en torno al crack
de la burbuja inmobiliaria en España y la pérdida de bienes materiales, la
novela pone de manifiesto la decadencia cultural y social. Los personajes
sufren la destrucción de las fibras productivas de una sociedad y son víctimas
de las falencias que impiden restablecer los valores éticos y humanos.
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